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31 - Examen de in genios para las Sciencias /

EN la lengua Española, no deve carecer de mysterio, que siendo este nombre (letrado) termino comun para todos los hombres de letras, assi Theologos, como legistas, medicos, dialecticos, philosophos, oradores, mathematicos, y astrologos; con todo esso, en diziendo, Fulano es letrado, todos entendemos (de comun consenti De Ingenios.miento) que su profession es, pericia de leyes, como si este fuesse su appellido proprio y particular, y no de los otros. La respuesta desta duda, aunque es facil, pero para dar la tal qual conviene, es menester saber primero, que cosa sea ley; y que obligacion tengan, los que se ponen a estudiar esta facultad, para usar despues della, siendo juezes, o abogados. La ley (bien mirado) no es otra cosa, mas que una voluntad raco nal del legislator; por la qual explica, de que manera quiere que se determinen los casos, que ordinariamente acontescen en su republica, para conservar los subditos en paz, y enseñarles como an de vivir, y de que se an de guardar. Dixe voluntad ra cional; porque no basta que el Rey, o Emperador (que son la causa efficiente de la ley) explique su voluntad, de qualquiera manera, para que sea ley: porque si no es justa y con razon, no se puede llamar ley, ni lo es: como no seria hombre, el que care ciesse de anima racional. Y assi está acordado, que los reyes, hagan sus leyes con acuerdo de hombres muy sabios y entendidos, para que lleven rectitud, equidad, y bondad, y los subditos las reciban de buena gana, y esten mas obligados a las guardar y cumplir. La causa material de la ley, es, que se haga de aquellos casos, que ordinariamente acontecen en la republica, segun orden de naturaleza; y no sobre cosas impossibles, o que raramente suceden.


32 - Examen de in genios para las Sciencias /

La razon principal, en que se fundan los que reparten los grados desta manera, es, que entendiendo los estudiantes, que a cada uno an de premiar, conforme a la muestra que diere: no dormira ni comera, por no dexar el estudio. I o qual cessaria, no aviendo premio para el que trabajare, ni castigo para el que holgare, y se echare a dormir. Pero es muy liviana y aparente, y presupone un falso muy grande: y es, que De Ingenios. la sciencia se adquiere por trabajar siempre en los libros, y oyrla de buenos maestros, y nunca perder lection. Y no advier ten, que si el estudiante no tiene el ingenio y habilidad que piden las letras que estudia, es por demas quebrarse de noche y de dia la cabeça enlos libros. Y es el error desta manera, que entran en competencia, dos diferencias de ingenio tan estrañas como esto: que el uno por ser muy delicado (sin estudiar ni ver libro) adquiere la sciencia en un momento: y el otro por ser rudo y torpe, trabajando toda la vida, jamas sabe nada. Y vienen los juezes (como hom bres) a dar primero a quien naturaleza hizo habil, y no trabajo; y postrero al que nascio sin ingenio, y nunca dexo el estudio: Como si el uno vuiera ganado las letras, hojeando los libros, y el otro perdidolas por echarse a dormir. Es como si pusiessen premio a dos corredores: y el uno tuviesse buenos pies y ligeros, y al otro le faltasse una pierna: Si las Uuniversidades, no admitiessen a las sciencias, sino a aquellos que tienen ingenio para ellas, y todos fuessen yguales, muy bien era, que vuiesse premio y castigo: porque el que supiesse mas, era claro que avia trabajado mas: y el que menos, se avia dado a holgar.


33 - Examen de in genios para las Sciencias /

Quanto daño haga a una sciencia, no poderse juntar las demas, notólo Platon , diziendo, que la perfection de cada una en particular, depende de la noticia y co nocimiento de todas: Ningun genero de letras ay, tan disparato para otro, que saberlo muy bien, no ayude a su perfection. Pero que sera, que con aver buscado esta diferencia de ingenio, con mucho cuydado, sola una he podido hallar en España. Por donde entiendo que dixo muy bien Galeno, que fuera de Grecia, ni por sueños, haze naturaleza un hombre templado, ni con el ingenio que requieren todas las sciencias. La razon desto traela el mesmo Galeno, diziendo, (Lib. 2. de sanit. tuenda,) que Grecia es la region mas templada que ay en el mundo; donde el calor del ayre no excede a la frialdad, ni la humedad a la sequedad. La qual templança, haze a los hombres prudentissimos y habiles para todas las sciencias: como parece considerando el gran numero de varones illustres, que della an salido: Socra- tes, Platon , Aristoteles, Hippocrates, Ga- leno, Theophrasto, Demosthenes, Home- ro, Tales Milesio, Diogenes Cinico, Solon, y otros infinitos sabios, de quien las histo De Ingeniosrias hazen mencion: cuyas obras hallaremos llenas de todas las sciencias: No como los escritores de otras provincias; que si escriven medicina, o qualquiera otra sciencia, por maravilla llaman las demas letras, que les den ayuda y favor. Todos son pobres y sin caudal, por no tener ingenio para todas las artes.


34 - Examen de in genios para las Sciencias /

Pero lo que mas espanta de Grecia, es, que siendo el ingenio de las mugeres tan repugnante a las letras (como adelante provaremos) uno tantas Griegas, y tan señala das en sciencias, que vinieron a competir con los hombres muy racionales: como se lee de Leoncio (muger sapientissima) que siendo Theophrasto el mayor philosopho que uno en su tiempo, escrivio contra el, notando le muchas errores en Philosophia. Y si miramos las otras regiones del mundo, apenas ha salido dellas un ingenio que a notable. Y es la causa habitar en lugares destemplados, por donde se hazen los hombres feos, torpes de ingenio, y de malas costumbres. Y assi pregunta Aristotel. (14.Sect. probl. 1.) Cur efferis & moribus & aspectibus sunt, qui in nimio vel æstu vel frigore colunt? Como si preguntara.

Optima est temperies, non corporis solum, verum etiam intelligentiæ hominis pro- dest. Arist. 13. sect. probl. 1.

Porque los hombres, que habitan en lugares muy calientes, o muy frios, los mas son feos de rostro, y de malas costumbres? Al qual problema responde muy bien, dizien Examendo, que la buena temperatura no sola mente haze buena gracia enel cuerpo: pero aprovecha tambien al ingenio y habilidad. Y de la manera que los excessos de calor, y de la frialdad, impiden a naturaleza que no saque al hombre bien figurado: por la mesma razon se desba rata el armonia del anima, y le haze torpe de ingenio.


35 - Examen de in genios para las Sciencias /

Tambien Elbora (muger no menos sabia) enseñava al pueblo de Israel la manera como avian de dar gracias a Dios, por la grande victoria que contra sus enemigos avian alcançado. Pero quedando la muger en su disposicion natural, todo ge nero de letras y sabiduria, es repugnante a su ingenio. Por donde la yglesia Catholica con gran razon tiene prohibido, que ninguna muger pueda predicar, ni confessar, ni enseñar: porque su sexo no admite prudencia ni disciplina.


36 - Examen de in genios para las Sciencias /

Si en estas señales advertiesse la republica, desterrarian delas universidades, los estudiantes valientes y amigos de armas, a los enamorados, a los poetas, y a los muy polidos y asseados; porque para ningun genero de letras tienen ingenio ni habilidad. Desta regla saca Aristoteles los melancholicos por adustion: (4 Sect. prob. 31.) cuya simiente (aunque es fecunda) no quita el ingenio.


37 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Von den spanischen Gelehrten werden wenige unter uns so bekannt seyn, als Johann Huarte, nicht sowohl nach seiner Person, als nach seinem Werke, dessen Uebersetzung wir hier liefern. Denn in Ansehung jener trift der Aus spruch des Seneca, oder wenn man ihn lieber einem Franzosen zuschreiben will, des Herrn de la Bruyere, auch an ihm ein: viele kennt man, undviele sollte man kennen. Unzählige Halbgelehrte haben sich mit ihren Geburts tägen und Sterbestunden, mit ihren Weibern und Kindern, mit ihren Schriften und Schrift chen in die Register der Unsterblichkeit einge schlichen; nur einen Mann, der über die Gren zen seines Jahrhunderts hinaus dachte, der sich mit nichts gemeinem beschäftigte, und kühn genug war, neue Wege zu bahnen, findet man kaum dem Namen nach darinnen, da doch die geringsten seiner Lebensumstände auf den und jenen Theil seines Werks ein sehr artiges Licht werfen könnten. Unterdessen können gleichwohl meine Leser mit Recht von mir ver langen, ihnen davon so viele mitzutheilen, als sich hier und da auftreiben lassen. Jch will es thun; man schreibe mir es aber nicht zu, wenn sie nur allzutrocken und unzulänglich scheinen sollten.


38 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

So wenig ich von des Huartes Leben zu sagen gehabt, so viel würde ich von seinem Werke sagen können, wenn es die Zeit und die Grenzen einer Vorrede erlaubten. Er hat es in seiner Sprache Examen de Ingenios para las sciencias überschrieben. Jn Deutsch land ist es unter dem Namen Scrutinium ingeniorum bekant geworden. Dieses näm lich ist der Titel der lateinischen Uebersetzung, welche Joachim Cäsar, oder, wie er sich durch die Buchstabenversetzung nennt, Aeschacius Major, 1612 herausgegeben. Dieser Mann hat seine Sachen allzugut machen wollen, in dem er die spanischen Ausgaben, so viel er deren habhaft werden können, nicht allein mit einander vergliechen, sondern auch alle zu gleich zum Grunde seiner Uebersetzung gelegt hat. Huarte war einer von denjenigen Ge lehrten, welche von ihren Schriften niemals die Hand abzuziehen wissen. So oft seine Prüfung aufgelegt wurde, so oft sah sich die eine Ausgabe der andern fast nicht mehr ähnlich. Er änderte, er strich aus, er zog ins Enge, er setzte hinznhinzu. Anstatt nun, daß sich der lateinische Uebersetzer bloß nach der letzten Ausgabe hätte richten sollen, so hat er alle in eine zusammen geworfen, und an den meisten Orten das Werk so dunkel, verwirrt, und widersprechend gemacht, daß man es nicht anders als mit Ekel lesen kann. Darf man sich also wundern, daß er sich durch dieses Verfahren so gar in den Verdacht gesetzt, als habe er sein Original verfälscht, und von dem seinigen vieles hinzugesetzt? Jch würde ihm über dieses noch Schuld geben, daß er an unzählichen Orten den Sinn des Spaniers verfehlt habe, wenn man dieses nicht für ei nen Kunstgrif, meiner Arbeit dadurch einen Vorzug zu geben, ansehen möchte. Wenig stens aber wird mir dieses zu sagen vergönnt seyn, daß eine von den vornehmsten Ursachen, warum ich mich an eine deutsche UabersetzungUebersetzung gemacht, eben der geringe Werth der lateini schen, an der man sich bisher hat müssen be gnügen lassen, gewesen sey. Das Buch an sich selbst hat seine Vortreflichkeit noch nicht verloren, ob gleich die Art zu philosophiren, welche man darinnen antrifft, itzt ziemlich aus der Mode gekommen ist. Es ist immer noch das einzige, welches wir von dieser Ma terie, deren Einfluß in die ganze Gelehrsam keit ganz unbeschreiblich ist, haben. Und so gewiß es ist, daß Väter und Lehrer unzähligeWahrheiten, welche viel zu fein sind, als daß sie durchgängig bekannt seyn sollten, daraus lernen können, so gewiß ist es auch, daß man mir nicht etwas überflüßiges gethan zu haben vorwerfen kann.


39 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Das Buch des Huarte hat, ungeach tet seiner Mängel, auch in Deutsch land unter den Gelehrten so viel Lieb haber gefunden, daß sie aus Mangel an Exemplaren nicht mehr befriediget werden konnten, und in einigen Gegenden ausdrücklich eine neue Aufiage ver langt wurde; wozu sich auch der Herr Verleger sogleich entschloß. Nur wä re es zu wünschen gewesen, daß der sel. Leßing diese neue Auflage noch selbst hätte besorgen koenen. Denn wie könnte ich mir zutrauen, dasjeni ge geleistet zu haben, was dieser scharf sinnige Mann in seinen ältern Jahren gewiß geleistet haben würde, da er die se Uebersetzung, wovon die erste Ausga be schon 1752 herauskam, noch als ein sehr junger Mann verfertiget, und da mals wahrscheinlicher Weise nicht viel Zeit übrig gehabt hat, oder vielleicht durch andere Umstände abgehalten wor den ist, seiner Uebersetzung einige An merkungen beyzufügen. Jch habe die ses auf Verlangen des Herrn Verle gers gethan, und diejenigen Materien, die für eigentliche Anmerkungen zu weit läuftig gewesen wären, in besondern Zusätzen abgehandelt. Doch wird der Leser gar bald sehen, daß ich nicht über all Anmerkungen oder Zusätze gemacht habe, wo man Ursache hat, anderer Mey nung zu seyn, als Herr Huarte; weil heut zu Tage, nachdem die medicinischenWissenschaften zu einer weit grössernVollkommenheit gebracht worden sind, als sie in den ältern und zu Huarts Zeiten hatten, die offenbaren Jrthümer und Grillen der alten griechischen Aerzte, auf welche Huarte so viel baut, und wodurch er seine eigenen sonderbaren Einfälle un terstüzt, wohl von selbst einem jeden in die Augen fallen, und nicht leicht jemanden verführen werden. Da aber vom Ver fasser selbst hin und wieder Anmerkun gen vorkommen, so muß ich noch bemer ken, daß diese durch das Zeichen* von den meinigen unterschieden worden sind, zu denen ich allemal das Zeichen † und noch überdieses den Buchstaben E. ge setzt habe. Das 15te Hauptstück, wel ches der V. für das wichtigste hält, hätte ich gern weggelassen, wenn ich nicht besorgt hätte, daß einige Leser die se Weglassung sehr möchten. Von den Lebensumständen kann ich meinen Lesern nichts mehr sagen, alsLeßing schon in seiner Vorrede angeführt hat, ungeachtet ich nicht nur selbst alles durchgesucht habe, was ich hier durchsuchen konnte, sondern auch von zwey würdigen Männern in Leipzig mit Auszügen aus verschiedenen Schriften unterstützt worden bin. Man läßt sich aber nirgends auf ausführliche biogra phische Nachrichten ein, sondern redet nur von der Schrift des Huarte, und von den verschiedenen Ausgaben und Uebersetzungen. Unter den lateinischen wird in dem Dict. hist. de la Medicine diejenige für die beste erklärt, die Ant. Possevin herausgegeben hat. Die franz.Uebersetzung, die von Gabr. Chappuis herrührt, hat den Titel: Anacrise ou parfait jugement et examen des esprits propres auxsciences. Eine Kritik über das Huartesche Werk hat Jourdain Guibelet herausgegeben, unter der Auf schrift: Examen de l'examen des esprits. Paris 1631. Auch macht sichMorhof in seinem Polyhist. Tom. I. Lib. II. Cap. I. §. 6. über die Vorschläge des Hrn. Huarte zur Erzeugung kluger Kinder sehr lustig. Wittenberg an der Ostermesse 1785.


40 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Jch wünschte, neugieriger Leser, daß ich auf eben diese Art auch mit dir verfahren könnte. Jch wollte, daß ich anfangs das Talent deines Genies entdecken und untersuchen könnte, damit ich dich, wenn es so beschaffen wäre, als es die gegenwärtige Lehre erfordert, von den gemeinen Genies absondern, und dir im Geheim solche neue und so besondre Wahrheiten entdecken könnte, als du nimmermehr geglaubt hast, daß sie einem Menschen in den Sinn kommen könnten. Da aber dieses nicht angeht, indem dieses Werk zum allgemeinen Gebrauch an das öffentliche Licht treten soll, so werde ich dich freylich nicht anders als stutzig machen können. Denn bist du eines von den gemeinen und pöbelhaften Genies, so wirst du dir, wie ich gar wohl weiß, die Meynung nicht benehmen lassen, daß schon vor langer Zeit von den Alten die Wissenschaften insgesammt erfunden und zur Vollkommenheit wären gebracht worden; und zwar aus dem seichten Grunde: weil in den Gegenständen selbst seitdem nichts neues vorgefallen sey, so könne man auch nichts mehr davon sagen, als das, was sie schon gesagt hätten. Wenn du also vielleicht diese Meynung hegen solltest, so bleib nur hier stehen, und erspare dir die Mühe weiter zu lesen; weil du nur das Mißvergnügen haben möchtest, in der Folge bewiesen zu sehen, was du für ein elendes Genie habest. Bist du aber verständig, überlegend und geduldig, so will ich dir drey vollkommen richtige Grundsätze sagen, welche wegen ihrer Neuigkeit deine Bewunderung verdienen. Der erste ist dieser: von allen verschiednen Gattungen des Genies, die unter dem menschlichen Geschlechte Statt haben können, kannst du nur eine einzige vorzüglich besitzen; dieNatur müßte denn zur Zeit, als sie dich bildete, sehr stark gewesen seyn, und alle ihre Kräfte zusammen genommen, und dir deren zwey oder drey gegeben haben; oder sie müßte ganz und gar ohnmächtig gewesen seyn, daß sie dich dumm und von allen Arten des Genies insgesammt entblößt gelassen hätte †). Derzweyte ist dieser: einer jeden Gattung desGenies ist nur eine einzige WissenfchastWissenschaft vorzüglich gemäß; so daß, wenn du nicht gleich diejenige wählest, welche sich zu deiner natürlichen Fähigkeit schickt, du es in allen übrigen zu nichts bringen wirst, wenn du auch Tag und Nacht darüber studiertest. Derdritte ist dieser: wenn du nun entdeckt hast, welche Wissenschaft deinem Genie am gemässesten sey, so ist noch eine Schwierigkeit übrig, die Schwierigkeit nämlich auszumachen, ob sich deine Fähigkeit mehr zur Theo=

†) Der Verfasser hat bey dieser Stelle die Anmerkung hinzu gesetzt, daß „in Spanien die Natur nicht mehr, als zwey, und in Griechenland nicht mehr als drey verschiedne Arten des Genies mit einander verbinden könne;“ jedoch hat er es nicht für nöthig gehalten, den Grund von seiner Grille hier anzuführen. E.

rie als zur Ausübung dieser Wissenschaft schickt; denn diese zwey sind in allen Theilen der Gelehrsamkeit einander so entgegen, und erfordern so verschiedne Genies, daß eines das andere schwächt, als ob sie in der That von ganz widriger Natur wären. Diese drey Sätze, †) ich bekenne es selbst, klingen hart: doch andre Sachen sind noch schwieriger und noch schwerer zu begreifen, die man gleichwohl nicht in Zweifel ziehen oder gar verwerfen darf. Denn da GOtt der Urheber der Natur war und sahe, daß diese, wie ich oben gesagt, dem Menschen nur eine Gattung des Genies, wegen der untereinder streitenden Beschaffenheiten derselben, geben könne; so bequemte er sich nach ihr, und theilte auch von den übernatürlichen Gnadengaben einem Menschen nicht mehr, als eine in einem hohen Grade mit.Es sind mancherley Gaben, aber es ist ein Geist. Es sind mancherley Aemter, aber es ist ein Herr. Und es sind mancherley Kräfte, aber es ist ein GOtt, der da wirket alles in allen. Jn einem jeglichen erzeigen sich die Gaben des Geistes zum gemeinen Nutz. Einem wird gegeben durch den Geist zu reden von der Weisheit, dem andern wird gegeben zu reden

†) Jn den Zusätzen wird der Leser eine kurze Prüfung dieser, als Grundsätze von dem Verfasser angenommenen Meynungen finden.

E.von der Erkenntniß, nach demselbigen Geist. Einem andern der Glaube in demselbigen Geist; einem andern die Gabe gesund zu machen, in demselbigen Geist. Einem andern Wunder zu thun, einem andern Weissagung, einem andern Geister zu unterscheiden, einem andern mancherley Sprachen, einem andern die Sprachen auszulegen. Dieß aber alles wirkt derselbige einige Geist, und theilt einem jeglichen seines zu, nachdem er will. (1. Corinth. XII.)


41 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Cicero glaubte zwar, um seinen Sohn Marcus in demjenigen Theile der Gelehrsamkeit, welchen er sich erwählet hatte, so weit zu bringen, als er es wünschte, sey es schon genug, wenn er ihn auf eine so bekannte und durch die ganze Welt so berühmte Hoheschule schickte, als Athen war; wenn er ihm den Kratippus, den größten Weltweisen seiner Zeit, zum Lehrmeister gäbe, und ihn seinen Aufenthalt in einer so volkreichen Stadt nehmen liesse, wo ihm wegen des grossen Zusammenflusses von allerley Leuten, die daselbst anlangten, nothwendig viel Beyspiele und besondre Fälle vorkommen müßten, die ihn durch die Erfahrung verschiednes lehren würden, was mit der Wissenschaft, auf die er sich legte, einige Verwandschaft haben könnte. Dieser und vieler andern Vorsorgen aber ungeachtet, die er als ein guter Vater für ihn trug, da er ihm Bücher schafte, und sogar selbst für ihn schrieb, erzählen die Geschichtschreiber, daß nichts aus ihm geworden sey; daß er wenig in der Beredsamkeit, und noch weniger in der Weltweisheit gethan habe; wie es denn ein sehr gemeines Schicksal unter den Menschen ist, daß der Sohn den grossen Verstand des Vaters bezahlen muß. Jn der That konnte sich Cicero zwar einbilden, daß, obgleich sein Sohn aus den Händen der Natur das Genie und die Fähigkeit nicht bekommen habe, welche die Beredsamkeit und Weltweisheit erfordern, durch den redlichen Fleiß eines solchenLehrmeisters, durch viele Bücher und viele Beyspiele in Athen, durch ununterbrochene Bemühungen des Jünglings mit der Zeit den Fehlern seiner Seelenkräfte würde können abgeholfen werden. Am Ende aber sehen wir, daß er sich geirrt habe; worüber ich mich aber gar nicht verwundre, weil er nicht wenig Beyspiele vor Augen hatte, die ihn zu hoffen verleiteten, es könne ein gleiches auch mit seinem Sohne ge schehen. Er selbst, Cicero, erzählet, (in seinemBuche vom Schicksale) daß Xenokrates einen sehr unlehrsamen Kopf, sowohl zur moralischen als natürlichen Weltweisheit, gehabt habe, so daß Plato von ihm gesagt, dieser sein Schüler bedürfe der Sporen: gleichwohl wurde er durch den redlichen Fleiß seines Lehrmeisters und durch seinen eigenen unablässigen Eifer ein sehr grosser Weltweise. Eben derselbe führt auch das Beyspiel des Kleantes an, welcher so dumm und ungeschickt gewesen seyn soll, daß ihn kein Lehrmeister in seine Schule habe nehmen wollen; der dadurch empfindlich beschämte Knabe aber habe hierauf so eifrig zu studiren angefangen, daß er endlich der zweyte Herkules in der Gelehrsamkeit sey genannt worden. Eben so ungeschickt schien dasGenie des Demosthenes†) zur Beredsamkeit, da er als ein erwachsener Jüngling, wie man sagt, noch nicht einmal recht reden konnte. Besonders, wie Cicero erzählt, konnte er das R nicht aussprechen, weil er ein wenig lispelte. Durch seinen Fleiß aber lernte er es endlich so wohl ausspre

†) Vom Demosthenes läßt sich wohl nicht mit Recht behaupten, daß sein Genie zur Beredsamkeit ungeschickt gewesen sey, wofern man nicht das Wort Genie in einer ganz ungewöhnlichen Bedeutung nehmen, und auch auf körperlicheVollkommenheiten ausdehnen will. Denn was dem Demosthenes die Ausbildung der Beredsamkeit anfänglich sehr schwer machte, war blos eine natürliche Unvollkommenheit in den Sprachwerkzeugen.

E.chen, als wenn er niemals diesen Fehler gehabt hätte. Daher kömmt das Sprichwort, welches ungefähr sagt: es sey mit dem Genie des Menschen zu den Wissenschaften, wie mit einem, der im Brete spielet; wenn der Wurf unglücklich ist, so muß er ihn durch eine geschickte Setzung erträglich zu machen, und also sein schlechtes Glück zu verbessern wissen. Doch keines von den Beyspielen, welche Cicero anführt, ist eigentlich wider meine Meynung, weil es, wie wir weiter unten beweisen wollen, in jungen Leuten eine gewisse Ungelehrigkeit giebt, welche auf ein andres Alter ein grösseres Genie prophezeyt, als wenn sie von Kindheit an viel Fähigkeit gewiesen hätten. Das allzufrühe Vernünfteln und Klugseyn ist sogar eine Anzeige eines künftigen Narren. Hätte Cicero die wahren Merkmale eingesehen, welche in der ersten Jugend ein Genie verrathen, so würde er es sowohl bey demDemosthenes, als bey dem Xenokrates, für ein gutes Zeichen gehalten haben, daß jener langsam und schwer reden lernte, und dieser in seinem Studiren angespornt zu werden bedurfte. Jch spreche in der Ausbesserung, sowohl der langsamen als fähigen Genies, dem guten Lehrmeister, der Kunst und dem Fleisse nicht alle Kraft und Tugend ab. Jch will nur so viel sagen, daß, wenn der Knabe nicht von der Natur einen Verstand bekommen hat, welcher gleichsam schon von den Grundsätzen und Regeln der Kunst, die er erlernen will, schwanger ist und ihn nur zu dieser und sonst zu keiner andern bestimmt, alle Sorgfalt, welche Cicero für seinenSohn anwandte, und jeder Vater für den seinigen anwenden kann, vergebens ist. Die Wahrheit dieser Lehre wird jeder leicht begreifen, welcher bey dem Plato*) gelesen hat, daßSokrates, wie er selbst von sich erzählt, eine Hebamme zur Mutter hatte, und daß, so wie diese, ob sie gleich eine Meisterinn in ihrer Kunst war, keine Frau konnte gebähren lassen, wenn sie nicht schon schwanger war, ehe sie unter ihre Hände kam, auch er, als einer, welcher ähnliche Verrichtungen mit seiner Mutter hätte, keine Wissenschaft aus seinen Schülern hervorziehen könnte, wenn ihr Verstand nicht schon damit schwanger sey. Er hatte es eingesehen, daß dieWissenschaften nur denjenigen Menschen gleichsam natürlich wären, welche ein Genie hätten, das darnach eingerichtet sey, und daß es eben die Bewandniß damit habe, die es, wie uns die Erfahrung lehret, mit denen hat, welche etwas, das sie vorher wußten, vergessen haben: wenn man ihnen nur auf ein Wort hilft, so besinnen sie sich sogleich wieder auf alles das übrige. So viel ich einsehe, thun die Lehrmeister mit ihren Schülern nichts, als daß sie die Wissenschaft in ihnen anblasen. Denn haben sie ein fähigesGenie, so ist dieses fähige Genie hinreichend, aus ihnen die vortreflichsten Begriffe hervorzubringen; haben sie aber keines, so plagen sie

*) Dιαλ. θεαιτητος ἠ περι ἐπιϛημης.

sich, und die, die sie unterweisen, ohne es iemals dahin zu bringen, wohin sie es bringen wollen. *) Jch wenigstens, wenn ich ein Lehrmeister wäre, würde, ehe ich einen Knaben in meine Schule nähme, vielerley Proben und Erfahrungen mit ihm anstellen, sein Genie zu erforschen, und wenn ich eine gute natürliche Geschicklichkeit zu der Wissenschaft, die ich lehrte, bey ihm fände, so würde ich ihn mit Freuden annehmen, weil es kein geringes Vergnügen für einen Lehrer ist, wenn er ein fähiges Genie zu unterweisen hat. Fände ich aber das Gegentheil, so würde ich ihm rathen, sich auf diejenige Wissenschaft zu legen, welche sich für seinen Kopf schickte, und hätte er zu gar keinem Theile der Gelehrsamkeit Neigung und Fähigkeit, so würde ich voller Liebe und mit den sanftesten Worten zu ihm sagen: mein Sohn, auf dem Wege, welchen ihr euch erwählt habt, werdet ihr kein brauchbarer Mensch werden. Um des Himmels willen! verlieret eure Zeit und eure Arbeit nicht, und sucht euch eine andere Lebensart aus, welche weniger Fähigkeit erfordert, als die Wissenschaften.


42 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Cicero glaubte zwar, um seinen Sohn Marcus in demjenigen Theile der Gelehrsamkeit, welchen er sich erwählet hatte, so weit zu bringen, als er es wünschte, sey es schon genug, wenn er ihn auf eine so bekannte und durch die ganze Welt so berühmte Hoheschule schickte, als Athen war; wenn er ihm den Kratippus, den größten Weltweisen seiner Zeit, zum Lehrmeister gäbe, und ihn seinen Aufenthalt in einer so volkreichen Stadt nehmen liesse, wo ihm wegen des grossen Zusammenflusses von allerley Leuten, die daselbst anlangten, nothwendig viel Beyspiele und besondre Fälle vorkommen müßten, die ihn durch die Erfahrung verschiednes lehren würden, was mit der Wissenschaft, auf die er sich legte, einige Verwandschaft haben könnte. Dieser und vieler andern Vorsorgen aber ungeachtet, die er als ein guter Vater für ihn trug, da er ihm Bücher schafte, und sogar selbst für ihn schrieb, erzählen die Geschichtschreiber, daß nichts aus ihm geworden sey; daß er wenig in der Beredsamkeit, und noch weniger in der Weltweisheit gethan habe; wie es denn ein sehr gemeines Schicksal unter den Menschen ist, daß der Sohn den grossen Verstand des Vaters bezahlen muß. Jn der That konnte sich Cicero zwar einbilden, daß, obgleich sein Sohn aus den Händen der Natur das Genie und die Fähigkeit nicht bekommen habe, welche die Beredsamkeit und Weltweisheit erfordern, durch den redlichen Fleiß eines solchenLehrmeisters, durch viele Bücher und viele Beyspiele in Athen, durch ununterbrochene Bemühungen des Jünglings mit der Zeit den Fehlern seiner Seelenkräfte würde können abgeholfen werden. Am Ende aber sehen wir, daß er sich geirrt habe; worüber ich mich aber gar nicht verwundre, weil er nicht wenig Beyspiele vor Augen hatte, die ihn zu hoffen verleiteten, es könne ein gleiches auch mit seinem Sohne ge schehen. Er selbst, Cicero, erzählet, (in seinemBuche vom Schicksale) daß Xenokrates einen sehr unlehrsamen Kopf, sowohl zur moralischen als natürlichen Weltweisheit, gehabt habe, so daß Plato von ihm gesagt, dieser sein Schüler bedürfe der Sporen: gleichwohl wurde er durch den redlichen Fleiß seines Lehrmeisters und durch seinen eigenen unablässigen Eifer ein sehr grosser Weltweise. Eben derselbe führt auch das Beyspiel des Kleantes an, welcher so dumm und ungeschickt gewesen seyn soll, daß ihn kein Lehrmeister in seine Schule habe nehmen wollen; der dadurch empfindlich beschämte Knabe aber habe hierauf so eifrig zu studiren angefangen, daß er endlich der zweyte Herkules in der Gelehrsamkeit sey genannt worden. Eben so ungeschickt schien dasGenie des Demosthenes†) zur Beredsamkeit, da er als ein erwachsener Jüngling, wie man sagt, noch nicht einmal recht reden konnte. Besonders, wie Cicero erzählt, konnte er das R nicht aussprechen, weil er ein wenig lispelte. Durch seinen Fleiß aber lernte er es endlich so wohl ausspre

†) Vom Demosthenes läßt sich wohl nicht mit Recht behaupten, daß sein Genie zur Beredsamkeit ungeschickt gewesen sey, wofern man nicht das Wort Genie in einer ganz ungewöhnlichen Bedeutung nehmen, und auch auf körperlicheVollkommenheiten ausdehnen will. Denn was dem Demosthenes die Ausbildung der Beredsamkeit anfänglich sehr schwer machte, war blos eine natürliche Unvollkommenheit in den Sprachwerkzeugen.

E.chen, als wenn er niemals diesen Fehler gehabt hätte. Daher kömmt das Sprichwort, welches ungefähr sagt: es sey mit dem Genie des Menschen zu den Wissenschaften, wie mit einem, der im Brete spielet; wenn der Wurf unglücklich ist, so muß er ihn durch eine geschickte Setzung erträglich zu machen, und also sein schlechtes Glück zu verbessern wissen. Doch keines von den Beyspielen, welche Cicero anführt, ist eigentlich wider meine Meynung, weil es, wie wir weiter unten beweisen wollen, in jungen Leuten eine gewisse Ungelehrigkeit giebt, welche auf ein andres Alter ein grösseres Genie prophezeyt, als wenn sie von Kindheit an viel Fähigkeit gewiesen hätten. Das allzufrühe Vernünfteln und Klugseyn ist sogar eine Anzeige eines künftigen Narren. Hätte Cicero die wahren Merkmale eingesehen, welche in der ersten Jugend ein Genie verrathen, so würde er es sowohl bey demDemosthenes, als bey dem Xenokrates, für ein gutes Zeichen gehalten haben, daß jener langsam und schwer reden lernte, und dieser in seinem Studiren angespornt zu werden bedurfte. Jch spreche in der Ausbesserung, sowohl der langsamen als fähigen Genies, dem guten Lehrmeister, der Kunst und dem Fleisse nicht alle Kraft und Tugend ab. Jch will nur so viel sagen, daß, wenn der Knabe nicht von der Natur einen Verstand bekommen hat, welcher gleichsam schon von den Grundsätzen und Regeln der Kunst, die er erlernen will, schwanger ist und ihn nur zu dieser und sonst zu keiner andern bestimmt, alle Sorgfalt, welche Cicero für seinenSohn anwandte, und jeder Vater für den seinigen anwenden kann, vergebens ist. Die Wahrheit dieser Lehre wird jeder leicht begreifen, welcher bey dem Plato*) gelesen hat, daßSokrates, wie er selbst von sich erzählt, eine Hebamme zur Mutter hatte, und daß, so wie diese, ob sie gleich eine Meisterinn in ihrer Kunst war, keine Frau konnte gebähren lassen, wenn sie nicht schon schwanger war, ehe sie unter ihre Hände kam, auch er, als einer, welcher ähnliche Verrichtungen mit seiner Mutter hätte, keine Wissenschaft aus seinen Schülern hervorziehen könnte, wenn ihr Verstand nicht schon damit schwanger sey. Er hatte es eingesehen, daß dieWissenschaften nur denjenigen Menschen gleichsam natürlich wären, welche ein Genie hätten, das darnach eingerichtet sey, und daß es eben die Bewandniß damit habe, die es, wie uns die Erfahrung lehret, mit denen hat, welche etwas, das sie vorher wußten, vergessen haben: wenn man ihnen nur auf ein Wort hilft, so besinnen sie sich sogleich wieder auf alles das übrige. So viel ich einsehe, thun die Lehrmeister mit ihren Schülern nichts, als daß sie die Wissenschaft in ihnen anblasen. Denn haben sie ein fähigesGenie, so ist dieses fähige Genie hinreichend, aus ihnen die vortreflichsten Begriffe hervorzubringen; haben sie aber keines, so plagen sie

*) Dιαλ. θεαιτητος ἠ περι ἐπιϛημης.

sich, und die, die sie unterweisen, ohne es iemals dahin zu bringen, wohin sie es bringen wollen. *) Jch wenigstens, wenn ich ein Lehrmeister wäre, würde, ehe ich einen Knaben in meine Schule nähme, vielerley Proben und Erfahrungen mit ihm anstellen, sein Genie zu erforschen, und wenn ich eine gute natürliche Geschicklichkeit zu der Wissenschaft, die ich lehrte, bey ihm fände, so würde ich ihn mit Freuden annehmen, weil es kein geringes Vergnügen für einen Lehrer ist, wenn er ein fähiges Genie zu unterweisen hat. Fände ich aber das Gegentheil, so würde ich ihm rathen, sich auf diejenige Wissenschaft zu legen, welche sich für seinen Kopf schickte, und hätte er zu gar keinem Theile der Gelehrsamkeit Neigung und Fähigkeit, so würde ich voller Liebe und mit den sanftesten Worten zu ihm sagen: mein Sohn, auf dem Wege, welchen ihr euch erwählt habt, werdet ihr kein brauchbarer Mensch werden. Um des Himmels willen! verlieret eure Zeit und eure Arbeit nicht, und sucht euch eine andere Lebensart aus, welche weniger Fähigkeit erfordert, als die Wissenschaften.


43 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Wenigstens ist das, was ich gesagt habe, nicht zu leugnen, daß es nämlich Köpfe giebt, welche zu einer Wissenschaft durchaus gebohren, zu jeder andern aber durchaus ungeschickt sind. Ehe also der Knabe zu studiren anfängt, muß man seine Seelenkräfte erforschen, sehen, welche Wissenschaft mit seiner Fähigkeit überein kömmt, und ihn nur diese und keine andere lernen lassen. Doch muß man nicht vergessen, daß das, was ich gesagt habe, noch nicht hinlänglich sey, einen vollkommenen Gelehrten zu machen, sondern, daß man auch noch andre Stücke in Acht zu nehmen habe, welche nicht weniger nothwendig, als die natürliche Fähigkeit, sind. Daher sagt Hippokrates, *) daß das Genie des Menschen gegen die Wissenschaft eben die Bewandniß habe, welche die Erde gegen den Saamen hat; obgleich die Erde von sich selbst fruchtbar sey, so müsse man sie doch bebauen und untersuchen, zu welcher Art des Saamens sich ihre natürliche Beschaffenheit am besten schicke, weil nicht jede Erde ohne Unterschied jeden Saamen fortbringen könne. Jn dieser Erde geräth der Waitzen besser als die Gerste; in jener die Gerste besser als der Waitzen; und auch gegen den Waitzen ist die Erde nicht einerley, weil einige nur den besten Waitzen annimmt, welchen sie hundertfältig wieder giebt, den schlechtern Waitzen aber durchaus nicht fortbringt. Doch auch mit diesen Unterscheidungen ist ein guter Landmann noch nicht zufrieden. Nachdem er das Feld zur rechten Zeit bestellet hat, wartet er auf die bequemste Zeit zum Säen, welche nicht durch das ganze Jahr ist. Wenn die Saat endlich aufgeschossen, so begätet er sie, damit sie ohne Verhinderung des Unkrautes zur Reife kommen, und die erwünschten Früchte tragen möge. Aus eben der Ursache muß man, sobald man weiß, zu welcher Wissenschaft der Knabe die meiste Geschicklichkeit habe, sie ihn

*) νομῳ.

sogleich von Kindheit an lernen lassen; denn diese, sagt Aristoteles, *) ist die allergeschickteste Zeit zum Lernen. Da übrigens das menschliche Leben sehr kurz ist, und die Künste sehr langwierig und weitläuftig sind; so muß er nicht allein gnugsame Zeit sie zu lernen haben, sondern auch Zeit übrig behalten, sie auszuüben, und demStaate damit zu dienen. Das Gedächtniß eines Kindes, sagt Aristoteles am angeführten Orte, weil es noch nicht lange auf der Welt gewesen, ist noch leer und ohne Eindruck, und kann also alles gar leicht annehmen. Ganz anders aber verhält es sich mit dem Gedächtnisse erwachsener Leute, welches nicht viel mehr annehmen kann, weil es schon mit so vielen unzählichen Sachen angefüllet ist, †) die sie durch ihr

*) προβληματων τμημα λ.

†) Der Verfasser stellt sich hier das Gedächtniß fast als ein körperliches Behältniß vor, das nur eine bestimmte Menge von Begriffen fassen könne, und erinnert sich nicht an die bekannten Erfahrungen, welche augenscheinlich zeigen, daß man sich desto mehr Kenntnisse, und sie desto geschwinder erwerben könne, jemehr man schon gelernt hat. Die Abnahme des Gedächtnisses bey alten Leuten rührt nicht von der Menge ihrer schon erlangten Begriffe, sondern von der Schwachheit desKörpers her, welche, wie bekannt, einen grossen Einfluß auf unsre Seelenkräfte hat. Denn man bemerkt die Abnahme des Gedächtnisses eben so oft an ganz unwissenden, als an gelehrten Greisen. E.

ganzes Leben gesehen haben. Plato*) rieth daher, man solle den Kindern nützliche Fabeln und lehrreiche Historien erzählen, welche sie zutugendhaften und grossen Handlungen anreizten; denn das, was man in diesem Alter lerne, vergesse man nimmermehr. Die Erlernung der Künste muß man also nicht, ob es gleich Galenus**) verlangt, so lange verschieben, bis unsre Natur alle die Stärke erlangt hat, deren sie fähig ist. Diese Meynung hat keinen Grund, man müsse sie denn mit Unterscheid annehmen. Wer Lateinisch, oder eine andreSprache lernen soll, der muß gleich in der Kindheit anfangen: denn wenn er warten will, bis der Körper zu seiner Reife und zu derjenigen Vollkommenheit gelangt ist, deren er fähig ist, so wird er nimmermehr damit zu Stande kommen. ***) Jn dem zweyten Alter, welches die Jugend ist, muß er zur Vernunftlehre schreiten, weil alsdann der Verstand sich zu entwickeln anfängt, gegen welchen die Vernunft=

*) διαλ. περι δικαιου.

**) προτρεπ. λογῳ προς τας τεχνας.

***) Jn dem zweyten Alter, welches man die Jugend nennet, verbindet der Mensch alle Verschiedenheiten seines Genies, (wie sie, versteht sich, verbunden werden können,) weil dieses Alter unter allen das gemäßigste ist. Man muß es also nicht vorbey streichen lassen, ohne diejenige Wissenschaft zu erlernen, der man sich gewidmet hat.

lehre eben das ist, was die Stricke in Ansehung des wilden Maulesels sind, die man ihm an die vordern und hintern Füsse legt, und durch die er, wenn er einige Tage darinnen gegangen ist, gesetzt und anständig gehen lernt. Eben so nimmt unser Verstand, wenn ihn die Grundsätze und Regeln der Vernunftlehre gebändiget haben, in den Wissenschaften und Streitunterredungen eine gesetztere und anständigere Art zu schliessen und zu untersuchen an. Mit zunehmender Jugend kann man sodann alle übrige Wissenschaften erlernen, welche von dem Verstande abhängen, weil er nunmehr entwickelt genug ist. Zwar nimmt Aristoteles die Naturlehre davon aus, und behauptet, ein Jüngling sey nicht geschickt genug dazu. Er hat auch Recht, weil es diejenige Wissenschaft ist, welche ein weit tieferes Nachdenken, und weit mehr Vorsichtigkeit erfordert, als jede andere.


44 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Wenn man nunmehr weiß, in welchem Alter man die Wissenschaften erlernen müsse, so ist es nöthig, sich nach einem Orte umzusehen, wo nichts als Gelehrsamkeit getrieben wird, dergleichen die Universitäten sind. Der Jüngling muß das väterliche Haus verlassen, weil die Schmeicheleyen, die ihm seine Mutter, sein Geschwister, seine Anverwandte und Freunde, welche mit ihm nicht einerley Wissenschaft treiben, erzeigen, kein geringes Hinderniß in seinem Studiren sind. Dieses siehet man deutlich an den Studirenden, welche an den Orten gebohren sind, wo es Universitäten giebt. Keiner von ihnen, oder es wäre ein grosses Wunder, wird sehr gelehrt werden. Diesem aber ist leicht abzuhelfen, wenn man die Universitäten verwechselt, und die, welche in Salamanca gebohren sind, nach Alcale, die aber, welche in Alcale gebohren sind, nach Salamanca auf die Hoheschule schickt. Daß ein junger Mensch seine Heymath verlasse, groß und gelehrt zu werden, ist ein sehr wichtiger Punkt. Diese Aenderung des Orts muß ihm mehr Vortheile bringen, als ihm ein Lehrmeister in der Welt schaffen kann; besonders wenn er sieht, daß er nunmehr aller väterlichen Nachsichten und Verzärtlungen beraubet ist. Gehe aus deinem Vaterlande, sagte GOtt zu dem Abraham, (1. Buch M. 12.)und von deiner Freundschaft und aus deines Vaters Hause, in ein Land, das ich dir zeigen will; Und ich will dich zum grossen Volk machen, und will dich segnen. Eben dieses sagt GOtt zu allen Menschen, welche nach Tugend und Weisheit streben. Denn ob er sie gleich in ihrem Vaterlande segnen könnte; so will er doch, daß die Menschen die Mittel, die er ihnen vorgeschrieben hat, gebrauchen, und die Weisheit nicht von seiner unmittelbaren Gnade erwarten sollen. Bey diesem allen aber wird voraus gesetzt, daß der Mensch ein gutes Genie habe: denn wenn er das nicht hat, so wird ein Vieh nach Rom reisen und ein Vieh wie derkommen. *) Was hilft es, daß ein Unfähiger nach Salamanca, des Studirens halber, reiset? Fähigkeit und Verstand zu haben, wird ihn kein Meister lehren, und wie er sie haben könne, wird er von keinem Katheder hören.


45 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Die vierte Sorgfalt, welche man anzuwenden hat, ist: daß man die Wissenschaften mitOrdnung treibt; daß man von den Grundsätzen anfängt, und von diesen Schritt vor Schritt bis zum Ende fortgehet; daß man nichts höret, was schon etwas, das man noch nicht gehört hat, voraus setzt. Jch habe es daher allezeit für einen Fehler gehalten, viele Vorlesungen von verschiedenen Materien zugleich zu hören, und sie zu Hause alle mit einander zugleich zu wiederholen. Es verursacht in dem Kopfe eine allzugrosse Verwirrung, daß der Mensch hernach bey Ausübung dessen, was er gelernet hat, die Regeln der Kunst weder zu brauchen, noch an dem rechten Orte anzuwenden weiß. Es ist viel besser, daß man eines nach dem andern, und jedes nach der natürlichen Ordnung der Zusammensetzung erlernt: denn so, wie man eine Sache erlernt, so behält man sie auch. Dieses ist besonders bey denen in Acht zu nehmen, welche von Natur einen verwirrten Kopf haben; dem man aber leicht abhelfen kann, wenn man sie jede Materie besonders hören, keine andere eher, als bis sie die vorhergehende begriffen haben, anfangen, und dieses durch die ganze Wissenschaft beobachten läßt. Galenus sah es wohl ein, wie viel an der Ordnung bey dem Studiren gelegen sey; er schrieb daher ein eignes Buch, in welcher Folge man seine Werke lesen solle, damit sich der angehende Arzt nicht verwirre. Einige fügen noch hinzu: ein Studirender solle, so lange als er studiret, nicht mehr, als ein Buch haben, welches die Wissenschaft, die er treibt, völlig in sich fasse; in dieem allein, und in keinem mehr, solle er studiren, damit er sich nicht zerstreue oder verirre. Und gewiß, sie haben nicht Unrecht. Das letzte endlich, was einen Menschen zu einem grossen Gelehrten macht, ist, daß er viel Zeit auf die Wissenschaften wendet, und die Zeit erwartet, bis das, was er gelernt hat, in ihm feste Wurzeln schlägt. Denn wie sich der Leib nicht davon erhält, was er an einem Tage ißt oder trinkt, sondern von dem, was der Magen verdauet und in Säfte verwandelt; so wird auch unser Verstand nicht davon stark, was wir in weniger Zeit lesen, sondern von dem, was wir nach und nach begreifen, und, so zu reden, wiederkauen. Unser Genie muß von Tag zu Tage stärker werden, und mit der Zeit es dahin bringen, daß es Sachen begreift, die es vorher nicht begreifen konnte. Der Verstand hat seinen Anfang, sein Wachsthum, seine höchste Staffel und sein Abnehmen, so gut als der Mensch und alle übrige Thiere und Pflanzen. Sein Anfang ist in der Kindheit; sein Wachsthum in der Jugend; seine höchste Staffel in den männlichen Jahren, und sein Abnehmen in dem Alter. Wer also zu wissen verlangt, wenn sein Verstand alle diejenige Stärke erlangt habe, deren er fähig ist, der wisse, daß dieses ohngefähr zwischen dem drey und dreyssigsten bis funfzigsten Jahre sey. Jn diesem Zeitalter kann man grossen Schriftstellern sicher glauben, wenn sie etwa vorher anderer Meynung sollten gewesen seyn. Das Bücherschreiben aber überhaupt sollte man erst in diesem Zeitalter, und weder eher noch später anfangen, wenn man nicht der Gefahr zu widerrufen, oder seine Meynung zu ändern, ausgesetzt seyn will. Doch sind die Alter der Menschen nicht durchgängig bey allen von einerley Beschaffenheit. *) Bey einigen endet sich dieKindheit im zwölften, bey einigen im vierzehenten, bey einigen im sechzehenten, auch wohl bey einigen im achtzehenten Jahre. Bey diesen dauert jedes Alter weit länger, weil ihre Jugend beynahe auf das vierzigste, und ihre männlichen Tage auf das sechzigste Jahr reichen, wozu noch zwanzig Jahre für ihr Alter kommen, daß sie also ihr Leben auf achtzig bringen, welches das Ziel der stärksten Naturen ist. Die erstern aber, deren Kindheit sich mit dem zwölften Jahre schliesset, haben gemeiniglich ein weit kürzeres Leben. Sie fangen zeitig an, ihre Vernunft zu brauchen; der Bart schießt ihnen zeitiger hervor, und zeitiger verliert sich ihre Einbildungskraft, so, daß sie mit dem fünf und dreyssigsten Jahre schwach zu werden beginnen, und gegen das acht und vierzigste gar abfahren.