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16 - Examen de in genios para las Sciencias /

La qual philosophia, si alcançare Iulio Cesar, no se corriera tanto, de tener la cabeça calva: el qual por cubrirla, hazia bolver con maña a la frente, parte de los cabellos, que avian de caer al colodrillo. Y de ninguna cosa, dize Tranquillo, que gustara tanto, como si el Senado mandara, que truxera siempre la corona de laurel en la cabeça, no mas de por cubrir la calva. O- tro genero de calva nace, de ser el celebro duto, y terrestre, y de gruessa composicion; pero es señal de ser el hombre falto de en tendimiento, de ymaginativa, y memoria.


17 - Examen de in genios para las Sciencias /

La sexta propriedad, que tienen los que alcançan esta diferencia de ymaginativa, es: ser honestos, y ofender se notablemente con las palabras suzias y torpes. Y assi dize Ciceron, (Lib. 2. de offic.) que los hombres muy racionales, imitan la honestidad de naturaleza; la qual puso en oculto, las partes feas y vergonçosas: que hizo, para proveer las necessidades del hombre, y no para hermosearle: y enestas, ni consiente poner los ojos, ni que los oydos suffran sus nombres. Esto bien se puede atribuir a la ymaginativa: y dezir que se ofende con la mala figura de aquellas partes. Pero enel capitulo postrero, damos razon de este efecto, y lo reduzim os al entendimiento: y juzgamos por faltos de esta potencia, a los que no les ofende la deshonestidad. Y porque con la diferencia Examen de ymaginativa, que pide el arte militar, casi se junta el entendimiento; por esso los buenos capitanes son honestissimos. Y assi en la historia de Iulio Cesar, se hallara un acto de honestidad el mayor que a hecho hombre enel mundo, y es: que estando-le matando a puñaladas enel Senado (vien do que no podia huyr la muerte) se dexo caer enel suelo, y con la vestidura imperial, se compuso de tal manera, que despues de muerto, le hallaron tendido, con grande honestidad, cubiertas las piernas, y las de mas partes, que podian ofender la vista.


18 - Examen de in genios para las Sciencias /

La septima propriedad, y mas importante de todas es: que el capitan general sea bien afortunado, y dichoso: en la qual señal, entenderemos claramente, que tiene el ingenio y habilidad, que el arte militar a menester: porque en realidad de verdad, ninguna cosa ay que ordinariamente, haga a los hombres desastrados: y no sucederles siempre las cosas como dessean, es; ser faltos de prudencia, y no poner los medios convenientes, que los hechos requieren. Por tener Iulio Cesar tanta prudencia en lo que ordenava, era el mas bien afortunado de quantos capitanes a avido enel mundo: en tanto, que en los grandes peligros, animava a sus soldados, diziendo: no temays, que con vosotros va la buena fortuna de Cesar. Losphilosophos Estoycos, tuvieron entendido, que assi como De Ingenios. avia una causa primera, eterna, omnipotente, y de infinita saviduria, conocida por el orden y concierto de sus obras admirables: assi ay otra imprudente, y desatinada, cuyas obras son sin orden ni razon, y faltas de sabiduria: porque con una irracional aficion, da y quita a los hombres las riquezas, dignidades, y honra. Llamaronla con este nombre (Fortuna) viendo que era amiga de los hombres que hazian sus cosas (fortè) que quiere dezir a caso, sin pensar, sin prudencia, ni guiar-se por cuenta y razon. Pintavan la (para dar a entender sus costumbres y mañas) en for ma de muger, con un cetro real en la mano, bendada los ojos, puesta de pies sobre una bola redonda; acompañada de hombres necios, todos sin arte y manera de vivir. Por la forma de muger, notavan su gran liviandad, y poco saver: por el cetro real, la confessavan por señora de las riquezas, y honra. El tener bendados los ojos, dava a entender, el mal tiento que tiene, en repartir estos dones. Estar de pies sobre la bola redonda, significa, la poca firmeza que tiene en los favores que haze: con la mesma facilidad que los da, los torna a quitar, sin tener en nada estabilidad. Pero lo peor que en ella hallaron, es: que favo resce a los malos, y persigue a los buenos; ama a los necios, y aborresce los sabios, los nobles abaxa, y a los viles ensalça: lo feo le agrada, y lo hermoso le espanta. En Examen la qual propriedad, confiados muchos hombres que conocen su buena fortuna, se atreven a hazer hechos locos y temerarios, y les suceden muy bien: y otros hombres muy cuerdos y sabios, aun las cosas que van guiadas con mucha prudencia, nose atreven a ponerlas por obra, saviendo ya por experiencia, que estas tales tienen peores successos.


19 - Examen de in genios para las Sciencias /

La septima propriedad, y mas importante de todas es: que el capitan general sea bien afortunado, y dichoso: en la qual señal, entenderemos claramente, que tiene el ingenio y habilidad, que el arte militar a menester: porque en realidad de verdad, ninguna cosa ay que ordinariamente, haga a los hombres desastrados: y no sucederles siempre las cosas como dessean, es; ser faltos de prudencia, y no poner los medios convenientes, que los hechos requieren. Por tener Iulio Cesar tanta prudencia en lo que ordenava, era el mas bien afortunado de quantos capitanes a avido enel mundo: en tanto, que en los grandes peligros, animava a sus soldados, diziendo: no temays, que con vosotros va la buena fortuna de Cesar. Losphilosophos Estoycos, tuvieron entendido, que assi como De Ingenios. avia una causa primera, eterna, omnipotente, y de infinita saviduria, conocida por el orden y concierto de sus obras admirables: assi ay otra imprudente, y desatinada, cuyas obras son sin orden ni razon, y faltas de sabiduria: porque con una irracional aficion, da y quita a los hombres las riquezas, dignidades, y honra. Llamaronla con este nombre (Fortuna) viendo que era amiga de los hombres que hazian sus cosas (fortè) que quiere dezir a caso, sin pensar, sin prudencia, ni guiar-se por cuenta y razon. Pintavan la (para dar a entender sus costumbres y mañas) en for ma de muger, con un cetro real en la mano, bendada los ojos, puesta de pies sobre una bola redonda; acompañada de hombres necios, todos sin arte y manera de vivir. Por la forma de muger, notavan su gran liviandad, y poco saver: por el cetro real, la confessavan por señora de las riquezas, y honra. El tener bendados los ojos, dava a entender, el mal tiento que tiene, en repartir estos dones. Estar de pies sobre la bola redonda, significa, la poca firmeza que tiene en los favores que haze: con la mesma facilidad que los da, los torna a quitar, sin tener en nada estabilidad. Pero lo peor que en ella hallaron, es: que favo resce a los malos, y persigue a los buenos; ama a los necios, y aborresce los sabios, los nobles abaxa, y a los viles ensalça: lo feo le agrada, y lo hermoso le espanta. En Examen la qual propriedad, confiados muchos hombres que conocen su buena fortuna, se atreven a hazer hechos locos y temerarios, y les suceden muy bien: y otros hombres muy cuerdos y sabios, aun las cosas que van guiadas con mucha prudencia, nose atreven a ponerlas por obra, saviendo ya por experiencia, que estas tales tienen peores successos.


20 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Weder ein Engel noch ein Mensch hat jemals eine bessere natürliche Beschaffenheit gehabt, als unser Heiland Christus; gleichwohl trieb er, als er einmal in den Tempel kam, diejenigen mit ziemlich tüchtigen Schlägen heraus, die darinnen kauften und verkauften. Der Zorn ist die Ruthe oder das Schwerd des Verstandes; und derjenige Mensch, welcher sich über keine üble Handlung ärgert, ist entweder ein Dummkopf, oder es fehlt ihm das Erzürnliche. Es ist daher ein Wunder, wenn ein weiser Mann sanft und gelinde und so ist, wie ihn die Bösen gern haben wollen. Alle Geschichtschreiber, die das Leben des Julius Cäsar anfgezeichnet haben, erstaunen darüber, daß die Soldaten einen so strengen und rauhen Mann hätten dulden können, welche Eigenschaften man seinem Genie, das völlig zum Kriege eingerichtet war, zuschreiben muß.


21 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Die dritte Eigenschaft derjenigen, welche dieses Genie bekommen haben, ist, daß sie um den Putz ihrer Person wenig bekümmert sind. Sie sind fast alle unordentlich und schmuzig; sie gehen mit herunterhängenden und runzlichten Strümpfen; sie schleppen ihren Mantel; sie sind Liebhaber von alten Kleidern und wechseln ungern damit. *) Diese Eigenschaft hatte, wie Lucius Florus erzählt, jener berühmte Feldherr, der Viriatus, von Geburt ein Portugiese. Der Geschichtschreiber erzählt zum Lobe seiner grossen Demuth, er sey in dem Anzuge seiner Person so nachlässig gewesen, daß kein einziger gemeiner Soldat in seiner ganzen Armee gewesen sey, welcher nicht besser gekleidet gewesen wäre als er. Doch in der That war dieses an dem Viriatus weder eine Tugend, noch ein Kunstgrif, sondern es war eine natürliche Wirkung derjenigen Art der Einbildungskraft, mit deren Untersuchung wir uns jetzt beschäftigen. Der unordentliche Anzug des Julius Cäsar hatte sogar den Cicero betrogen. Denn als er nach der Schlacht gefraget wurde, was ihn bewogen habe, der Parthey desPompejus beyzutreten, so antwortete er, wie Macrobius erzählt: praecinctura me fefellit. Das ist: der unordentliche Anzug des Cäsars verführte mich. Cäsar gieng beständig ohne Gürtel, so daß

*) Von Leuten, welche in tiefen Gedanken vergraben sind, sagt Horaz: et bona pars non vngues ponere curat et secreta petit loca.

ihm die Soldaten sogar zum Spott einen Zunamen von dem offenen Ueberrocke beygelegt hatten. Doch eben dieses hätte den Cicero von dem Gegentheile überzeugen sollen, daß nämlichCäsar gleich das rechte Genie habe, welches zum Kriege erfordert werde. Sylla, wie uns Suetonius meldet, hatte es weit besser getroffen; denn eben die unordentliche Tracht des Cäsars bewog ihn, den Römern den Rath zu geben: cauete puerum male praecinctum. Hütet euch ihr Römer, wollte er sagen, vor diesem unordentlich gekleideten Knaben. Auch von dem Hannibal können uns die Geschichtschreiber nicht genug erzählen, wie nachlässig er in seinem Anzuge gewesen sey, und wie wenig er sich der Artigkeit und Höflichkeit beflissen habe. *) Ueber jedes Fäserchen auf dem Kleide empfindlich werden, ängstliche Sorgfalt anwenden, daß die Strümpfe so glatt als möglich anliegen, und daß der Mantel keine unrechte Falte mache, das ist die Wirkung einer Einbildungskraft von geringerem Werthe, welche sowohl dem Verstande, als derjenigen Art der Einbildungskraft, welche der Krieg erfordert, zuwider ist.


22 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Die dritte Eigenschaft derjenigen, welche dieses Genie bekommen haben, ist, daß sie um den Putz ihrer Person wenig bekümmert sind. Sie sind fast alle unordentlich und schmuzig; sie gehen mit herunterhängenden und runzlichten Strümpfen; sie schleppen ihren Mantel; sie sind Liebhaber von alten Kleidern und wechseln ungern damit. *) Diese Eigenschaft hatte, wie Lucius Florus erzählt, jener berühmte Feldherr, der Viriatus, von Geburt ein Portugiese. Der Geschichtschreiber erzählt zum Lobe seiner grossen Demuth, er sey in dem Anzuge seiner Person so nachlässig gewesen, daß kein einziger gemeiner Soldat in seiner ganzen Armee gewesen sey, welcher nicht besser gekleidet gewesen wäre als er. Doch in der That war dieses an dem Viriatus weder eine Tugend, noch ein Kunstgrif, sondern es war eine natürliche Wirkung derjenigen Art der Einbildungskraft, mit deren Untersuchung wir uns jetzt beschäftigen. Der unordentliche Anzug des Julius Cäsar hatte sogar den Cicero betrogen. Denn als er nach der Schlacht gefraget wurde, was ihn bewogen habe, der Parthey desPompejus beyzutreten, so antwortete er, wie Macrobius erzählt: praecinctura me fefellit. Das ist: der unordentliche Anzug des Cäsars verführte mich. Cäsar gieng beständig ohne Gürtel, so daß

*) Von Leuten, welche in tiefen Gedanken vergraben sind, sagt Horaz: et bona pars non vngues ponere curat et secreta petit loca.

ihm die Soldaten sogar zum Spott einen Zunamen von dem offenen Ueberrocke beygelegt hatten. Doch eben dieses hätte den Cicero von dem Gegentheile überzeugen sollen, daß nämlichCäsar gleich das rechte Genie habe, welches zum Kriege erfordert werde. Sylla, wie uns Suetonius meldet, hatte es weit besser getroffen; denn eben die unordentliche Tracht des Cäsars bewog ihn, den Römern den Rath zu geben: cauete puerum male praecinctum. Hütet euch ihr Römer, wollte er sagen, vor diesem unordentlich gekleideten Knaben. Auch von dem Hannibal können uns die Geschichtschreiber nicht genug erzählen, wie nachlässig er in seinem Anzuge gewesen sey, und wie wenig er sich der Artigkeit und Höflichkeit beflissen habe. *) Ueber jedes Fäserchen auf dem Kleide empfindlich werden, ängstliche Sorgfalt anwenden, daß die Strümpfe so glatt als möglich anliegen, und daß der Mantel keine unrechte Falte mache, das ist die Wirkung einer Einbildungskraft von geringerem Werthe, welche sowohl dem Verstande, als derjenigen Art der Einbildungskraft, welche der Krieg erfordert, zuwider ist.


23 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Die dritte Eigenschaft derjenigen, welche dieses Genie bekommen haben, ist, daß sie um den Putz ihrer Person wenig bekümmert sind. Sie sind fast alle unordentlich und schmuzig; sie gehen mit herunterhängenden und runzlichten Strümpfen; sie schleppen ihren Mantel; sie sind Liebhaber von alten Kleidern und wechseln ungern damit. *) Diese Eigenschaft hatte, wie Lucius Florus erzählt, jener berühmte Feldherr, der Viriatus, von Geburt ein Portugiese. Der Geschichtschreiber erzählt zum Lobe seiner grossen Demuth, er sey in dem Anzuge seiner Person so nachlässig gewesen, daß kein einziger gemeiner Soldat in seiner ganzen Armee gewesen sey, welcher nicht besser gekleidet gewesen wäre als er. Doch in der That war dieses an dem Viriatus weder eine Tugend, noch ein Kunstgrif, sondern es war eine natürliche Wirkung derjenigen Art der Einbildungskraft, mit deren Untersuchung wir uns jetzt beschäftigen. Der unordentliche Anzug des Julius Cäsar hatte sogar den Cicero betrogen. Denn als er nach der Schlacht gefraget wurde, was ihn bewogen habe, der Parthey desPompejus beyzutreten, so antwortete er, wie Macrobius erzählt: praecinctura me fefellit. Das ist: der unordentliche Anzug des Cäsars verführte mich. Cäsar gieng beständig ohne Gürtel, so daß

*) Von Leuten, welche in tiefen Gedanken vergraben sind, sagt Horaz: et bona pars non vngues ponere curat et secreta petit loca.

ihm die Soldaten sogar zum Spott einen Zunamen von dem offenen Ueberrocke beygelegt hatten. Doch eben dieses hätte den Cicero von dem Gegentheile überzeugen sollen, daß nämlichCäsar gleich das rechte Genie habe, welches zum Kriege erfordert werde. Sylla, wie uns Suetonius meldet, hatte es weit besser getroffen; denn eben die unordentliche Tracht des Cäsars bewog ihn, den Römern den Rath zu geben: cauete puerum male praecinctum. Hütet euch ihr Römer, wollte er sagen, vor diesem unordentlich gekleideten Knaben. Auch von dem Hannibal können uns die Geschichtschreiber nicht genug erzählen, wie nachlässig er in seinem Anzuge gewesen sey, und wie wenig er sich der Artigkeit und Höflichkeit beflissen habe. *) Ueber jedes Fäserchen auf dem Kleide empfindlich werden, ängstliche Sorgfalt anwenden, daß die Strümpfe so glatt als möglich anliegen, und daß der Mantel keine unrechte Falte mache, das ist die Wirkung einer Einbildungskraft von geringerem Werthe, welche sowohl dem Verstande, als derjenigen Art der Einbildungskraft, welche der Krieg erfordert, zuwider ist.


24 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Die dritte Eigenschaft derjenigen, welche dieses Genie bekommen haben, ist, daß sie um den Putz ihrer Person wenig bekümmert sind. Sie sind fast alle unordentlich und schmuzig; sie gehen mit herunterhängenden und runzlichten Strümpfen; sie schleppen ihren Mantel; sie sind Liebhaber von alten Kleidern und wechseln ungern damit. *) Diese Eigenschaft hatte, wie Lucius Florus erzählt, jener berühmte Feldherr, der Viriatus, von Geburt ein Portugiese. Der Geschichtschreiber erzählt zum Lobe seiner grossen Demuth, er sey in dem Anzuge seiner Person so nachlässig gewesen, daß kein einziger gemeiner Soldat in seiner ganzen Armee gewesen sey, welcher nicht besser gekleidet gewesen wäre als er. Doch in der That war dieses an dem Viriatus weder eine Tugend, noch ein Kunstgrif, sondern es war eine natürliche Wirkung derjenigen Art der Einbildungskraft, mit deren Untersuchung wir uns jetzt beschäftigen. Der unordentliche Anzug des Julius Cäsar hatte sogar den Cicero betrogen. Denn als er nach der Schlacht gefraget wurde, was ihn bewogen habe, der Parthey desPompejus beyzutreten, so antwortete er, wie Macrobius erzählt: praecinctura me fefellit. Das ist: der unordentliche Anzug des Cäsars verführte mich. Cäsar gieng beständig ohne Gürtel, so daß

*) Von Leuten, welche in tiefen Gedanken vergraben sind, sagt Horaz: et bona pars non vngues ponere curat et secreta petit loca.

ihm die Soldaten sogar zum Spott einen Zunamen von dem offenen Ueberrocke beygelegt hatten. Doch eben dieses hätte den Cicero von dem Gegentheile überzeugen sollen, daß nämlichCäsar gleich das rechte Genie habe, welches zum Kriege erfordert werde. Sylla, wie uns Suetonius meldet, hatte es weit besser getroffen; denn eben die unordentliche Tracht des Cäsars bewog ihn, den Römern den Rath zu geben: cauete puerum male praecinctum. Hütet euch ihr Römer, wollte er sagen, vor diesem unordentlich gekleideten Knaben. Auch von dem Hannibal können uns die Geschichtschreiber nicht genug erzählen, wie nachlässig er in seinem Anzuge gewesen sey, und wie wenig er sich der Artigkeit und Höflichkeit beflissen habe. *) Ueber jedes Fäserchen auf dem Kleide empfindlich werden, ängstliche Sorgfalt anwenden, daß die Strümpfe so glatt als möglich anliegen, und daß der Mantel keine unrechte Falte mache, das ist die Wirkung einer Einbildungskraft von geringerem Werthe, welche sowohl dem Verstande, als derjenigen Art der Einbildungskraft, welche der Krieg erfordert, zuwider ist.


25 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Die dritte Eigenschaft derjenigen, welche dieses Genie bekommen haben, ist, daß sie um den Putz ihrer Person wenig bekümmert sind. Sie sind fast alle unordentlich und schmuzig; sie gehen mit herunterhängenden und runzlichten Strümpfen; sie schleppen ihren Mantel; sie sind Liebhaber von alten Kleidern und wechseln ungern damit. *) Diese Eigenschaft hatte, wie Lucius Florus erzählt, jener berühmte Feldherr, der Viriatus, von Geburt ein Portugiese. Der Geschichtschreiber erzählt zum Lobe seiner grossen Demuth, er sey in dem Anzuge seiner Person so nachlässig gewesen, daß kein einziger gemeiner Soldat in seiner ganzen Armee gewesen sey, welcher nicht besser gekleidet gewesen wäre als er. Doch in der That war dieses an dem Viriatus weder eine Tugend, noch ein Kunstgrif, sondern es war eine natürliche Wirkung derjenigen Art der Einbildungskraft, mit deren Untersuchung wir uns jetzt beschäftigen. Der unordentliche Anzug des Julius Cäsar hatte sogar den Cicero betrogen. Denn als er nach der Schlacht gefraget wurde, was ihn bewogen habe, der Parthey desPompejus beyzutreten, so antwortete er, wie Macrobius erzählt: praecinctura me fefellit. Das ist: der unordentliche Anzug des Cäsars verführte mich. Cäsar gieng beständig ohne Gürtel, so daß

*) Von Leuten, welche in tiefen Gedanken vergraben sind, sagt Horaz: et bona pars non vngues ponere curat et secreta petit loca.

ihm die Soldaten sogar zum Spott einen Zunamen von dem offenen Ueberrocke beygelegt hatten. Doch eben dieses hätte den Cicero von dem Gegentheile überzeugen sollen, daß nämlichCäsar gleich das rechte Genie habe, welches zum Kriege erfordert werde. Sylla, wie uns Suetonius meldet, hatte es weit besser getroffen; denn eben die unordentliche Tracht des Cäsars bewog ihn, den Römern den Rath zu geben: cauete puerum male praecinctum. Hütet euch ihr Römer, wollte er sagen, vor diesem unordentlich gekleideten Knaben. Auch von dem Hannibal können uns die Geschichtschreiber nicht genug erzählen, wie nachlässig er in seinem Anzuge gewesen sey, und wie wenig er sich der Artigkeit und Höflichkeit beflissen habe. *) Ueber jedes Fäserchen auf dem Kleide empfindlich werden, ängstliche Sorgfalt anwenden, daß die Strümpfe so glatt als möglich anliegen, und daß der Mantel keine unrechte Falte mache, das ist die Wirkung einer Einbildungskraft von geringerem Werthe, welche sowohl dem Verstande, als derjenigen Art der Einbildungskraft, welche der Krieg erfordert, zuwider ist.


26 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Wenn Julius Cäsar in der Naturforschung so weit gekommen wäre, so würde er sich nicht so sehr über seinen kahlen Kopf geärgert haben. Damit er durch Kunst diesen vermeinten Fehler verbergen möchte, so kämmte er die hintern Haare, welche in den Nacken herunter fallen sollten, gegen die Stirne; und nichts war ihm, wie uns Suetonius erzählt, angenehmer, als da ihm der Senat beständig eine Lorberkrone zu tragen erlaubte, worunter er seinen kahlen Kopf desto besser verbergen konnte.


27 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Die sechste Eigenschaft derjenigen, welche diese Verschiedenheit der Einbildungskraft besitzen, ist, daß sie sehr schamhaft und bescheiden sind, und sich über unanständige und unzüchtige Worte ungemein ärgern. Cicero sagt daher, *) daß die vernünftigsten Menschen der Natur in ihrer Ehrbarkeit nachahmen, welche die unehrbaren und schamhaften Theile an die verborgensten Oerter gebracht habe, weil sie zu den Nothwendigkeiten, nicht aber zur Zierde des Menschen gehörten. Wie sie also nicht wolle, daß sie den Augen sollten ausgesetzt seyn, so wolle sie auch nicht, daß man mit ihren Benennungen die Ohren beleidigen solle. Dieses kann man gar wohl der Einbildungskraft zuschreiben, welche vielleicht durch die übele Gestalt dieser Thei

*) Lib. II. de offic.

le beleidiget wird. †) Doch die wahre Ursache werden wir in dem letzten Hauptstücke angeben, und sie dem Verstande beylegen, so daß wir einen Mangel an dieser Vermögenheit bey denen daraus schliessen, welche durch unzüchtige Reden nicht beleidigt werden. Da nun mit der Art der Einbildungskraft, welche zum Kriege erfordert wird, auch der Verstand verbunden werden muß, so ist die Ursache offenbar, warum grosse Feldherren schamhaft in ihren Reden sind. ††) Einen Beweis der Schamhaftigkeit, der vielleicht der stärkste ist, den jemals ein Mensch auf der Welt gegeben hat, findet man in der Geschichte des Julius Cäsars, diesen nämlich. Als er in dem Senate mit Dolchstichen ermordet wurde und nunmehr sah, daß er dem Tode nicht entfliehen könnte, so bemühte er sich so auf den Boden zu fallen, und sich so mit seinem Kleide zu bedecken, daß er nach seinem Tode auf eine anständige Art gestreckt liegen möchte, oh=

†) Man kann wohl nicht einräumen, daß die Einbildungskraft durch die Gestalt dieser Theile beleidiget werde, weil dieselbe eben so wenig, als die Gestalt der übrigen Glieder des menschlichen Körpers, wenn sie nicht durch besondere Zufälle eine Aenderung gelitten hat, häßlich ist. Die gewöhnliche Bedeckung dieser Theile ist nur deswegen eingeführt worden, damit die Einbildungskraft nicht gereizt, und also kein Anlaß zu unzüch tigen Handlungen gegeben werden soll. E.

††) Daß grosse Feldherren schamhafter in ihren Reden, als andere Personen von guter Erziehung seyn sollen, nimmt der V. wie viele andere Sätze, ohne hinlänglichen Beweiß an. Denn das einzige Beyspiel vom Jul. Cäsar giebt noch keinen völligen Beweis grund ab. E.

ne daß man die Beine oder andere Theile bloß sehen könnte, welche schamhafte Blicke zu beleidigen vermögend wären.


28 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

††) Daß grosse Feldherren schamhafter in ihren Reden, als andere Personen von guter Erziehung seyn sollen, nimmt der V. wie viele andere Sätze, ohne hinlänglichen Beweiß an. Denn das einzige Beyspiel vom Jul. Cäsar giebt noch keinen völligen Beweis grund ab. E.


29 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Die siebente Eigenschaft und die wichtigste unter allen ist diese, daß er glücklich sey. Diese Eigenschaft ist diejenige, woraus man am sichersten schliessen kann, daß ein Mensch das Genie und die Fähigkeiten habe, welche die Kriegeskunst erfordert. Denn die Wahrheit zu gestehen, so ist die gemeinste Ursache, daß die Menschen unglücklich sind, daß ihre Unternehmungen keinen erwünschten Ausgang haben, diese, weil es ihnen an Klugheit fehlt, und sie nicht die eigentlichen Mittel, welche ihr Endzweck erfordert, anzuwenden wissen. Weil Julius Cäsar in allen seinen Unternehmungen so viel Klugheit anwandte, so mußte er auch nothwendig einer von den allerglücklichsten Feldherren seyn, die jemals in der Welt gewesen sind. Er selbst pflegte seine Soldaten bey grosser Gefahr mit diesen Worten zu ermuntern: fürchtet euch nicht; Cäsar und seinGlück sind bey euch.


30 - Johann Huart's Prüfung der Köpfe zu den Wissenschaften /

Die siebente Eigenschaft und die wichtigste unter allen ist diese, daß er glücklich sey. Diese Eigenschaft ist diejenige, woraus man am sichersten schliessen kann, daß ein Mensch das Genie und die Fähigkeiten habe, welche die Kriegeskunst erfordert. Denn die Wahrheit zu gestehen, so ist die gemeinste Ursache, daß die Menschen unglücklich sind, daß ihre Unternehmungen keinen erwünschten Ausgang haben, diese, weil es ihnen an Klugheit fehlt, und sie nicht die eigentlichen Mittel, welche ihr Endzweck erfordert, anzuwenden wissen. Weil Julius Cäsar in allen seinen Unternehmungen so viel Klugheit anwandte, so mußte er auch nothwendig einer von den allerglücklichsten Feldherren seyn, die jemals in der Welt gewesen sind. Er selbst pflegte seine Soldaten bey grosser Gefahr mit diesen Worten zu ermuntern: fürchtet euch nicht; Cäsar und seinGlück sind bey euch.